La economía tiende a aumentar la explotación ecológica en un 60% hasta 2060

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La población debería crecer alrededor de un 23% hasta 2060, mientras que el PIB global cerca de un 150%.

La economía suele ser retratada como una disciplina que busca satisfacer las necesidades humanas mediante el uso de los recursos naturales, a menudo a expensas de la degradación del medio ambiente. Este enfoque es reconocido como problemático por el Panel Internacional de Recursos (IRP) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). En su informe “Perspectivas de los Recursos Globales”, lanzado cada cinco años, el IRP advierte sobre una triple crisis planetaria, compuesta por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y los desechos.

Los datos presentados en el informe revelan una tendencia preocupante de aumento en la extracción de materiales, como biomasa, combustibles fósiles, minerales metálicos y no metálicos, a lo largo de las décadas. Por ejemplo, la extracción anual de materiales creció de 30,9 mil millones de toneladas en 1970 a 95,1 mil millones de toneladas en 2020, con una estimación de 106,5 mil millones de toneladas en 2024.

Aunque la tasa de extracción ha variado a lo largo del tiempo, se ha observado un crecimiento promedio significativo. Por ejemplo, entre 1970 y 2000, la tasa de extracción fue del 2,1% anual, aumentando al 3,5% entre 2000 y 2012. Sin embargo, hubo una desaceleración al 1% anual entre 2012 y 2020, debido a la crisis financiera global y la pandemia de COVID-19. Después de la recuperación pospandémica, la tasa media de extracción volvió a acelerarse, alcanzando el 2,9% anual.

Estos datos destacan la urgencia de abordar cómo la economía global utiliza los recursos naturales, especialmente considerando los desafíos ambientales que enfrenta el planeta. El informe resalta la necesidad de promover una transición hacia un modelo económico más sostenible, que tenga en cuenta no solo el bienestar humano, sino también la salud y la preservación del medio ambiente.

Durante las últimas cinco décadas, ha habido cambios significativos en la composición del uso de materiales, reflejando una transición del metabolismo agrario a un metabolismo industrial. En 1970, la biomasa era la mayor categoría de uso de material, representando el 41% del total. Sin embargo, su participación disminuyó al 33% en 2000 y al 26% en 2020. En contraste, los minerales no metálicos surgieron como la mayor categoría en 2020, representando el 48% del total, un aumento con respecto al 31% de 1970.

Además, es importante destacar que la extracción de recursos ha superado el crecimiento de la población mundial. El promedio mundial de demanda material per cápita ha aumentado con el tiempo, de 8,4 toneladas en 1970 a 12,2 toneladas en 2020, llegando a 13,2 toneladas en 2024.

El crecimiento económico ha sido el principal motor detrás del aumento de la extracción de recursos naturales. Los datos indican un crecimiento significativo de la población global, con un cambio demográfico importante hacia áreas urbanas. Paralelamente, el PIB global ha experimentado un aumento sustancial, pasando de aproximadamente 18 billones de dólares en 1970 a una estimación de 93 billones de dólares en 2024. Esto se traduce en un aumento de la renta per cápita global, que debería alcanzar alrededor de 12 mil dólares en 2024, lo que representa un crecimiento de 2,4 veces en comparación con 1970.

A medida que la población mundial crece y se concentra cada vez más en áreas urbanas e industriales, la presión sobre los sistemas ambientales se intensifica, lo que conduce a una mayor degradación ambiental y un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Esta insostenibilidad ambiental se está volviendo cada vez más evidente, y ante la inacción, el riesgo de un colapso ecológico se vuelve más inminente.

Los niveles de actividad económica global ya han superado la capacidad de carga del planeta, como se ha demostrado en estudios anteriores. La producción global de bienes y servicios ha superado los límites establecidos para varias de las nueve fronteras planetarias, como se ha indicado en artículos anteriores.

A pesar de las crisis climáticas, la sexta extinción masiva de especies y la contaminación generalizada del agua, el suelo y el aire, se estima que la economía global continuará aumentando la explotación ecológica hasta 2060. Los modelos indican un posible escenario donde la explotación de recursos naturales aumentaría significativamente, pasando de 100 mil millones de toneladas en 2020 a 160 mil millones de toneladas en la década de 2050.

Este aumento sería impulsado por el crecimiento de la población en un 23%, llegando a alrededor de 10 mil millones de habitantes en 2060, junto con un crecimiento del PIB global del 150%. Aunque esto podría resultar en un aumento del Índice de Desarrollo Humano (IDH), vendría a costa de un aumento del 59% en el consumo primario de energía, un aumento del 51% en la extracción de biomasa (alimentos y fibras) y un aumento del 23% en las emisiones de gases de efecto invernadero.

El modelo también prevé un crecimiento en la explotación de minerales metálicos y no metálicos, especialmente aquellos cruciales para impulsar la transición energética y alcanzar emisiones netas cero. Se estima que se necesitarán más de 3 mil millones de toneladas de minerales de transición energética y metales para energía eólica, solar y otras fuentes renovables para mantener la temperatura por debajo de 2°C hasta 2050.

Es muy probable que el crecimiento demoeconómico global continúe en las próximas cuatro décadas. A pesar de una disminución en el ritmo de crecimiento poblacional, se espera que la población mundial siga aumentando, creando una presión significativa para aumentar el consumo per cápita, especialmente en los países de menor ingreso que representan la mayoría de la población mundial. El desafío crucial es garantizar el desarrollo humano sin comprometer aún más la sostenibilidad ambiental.

La urgencia con respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible es evidente. Entre 1970 y 2020, el PIB global creció aproximadamente un 600%, mientras que la extracción de recursos naturales aumentó aproximadamente un 400%. Esto indica un desacoplamiento relativo, donde el crecimiento del PIB mundial superó el crecimiento de la extracción global de recursos ambientales. Sin embargo, lo que realmente necesita el mundo es un desacoplamiento absoluto, es decir, promover un crecimiento económico sostenible que aumente el bienestar humano mientras reduce la extracción de recursos naturales. Acciones dirigidas y coordinadas de sostenibilidad pueden reducir la cantidad de recursos utilizados y sus impactos ambientales, al tiempo que garantizan resultados continuos en el bienestar socioeconómico para todos. Esto implica disociar el bienestar humano del uso de recursos, así como disociar el uso de recursos de sus impactos ambientales.

El informe Perspectivas de los Recursos Globales 2024 destaca que el concepto de desacoplamiento no puede aplicarse uniformemente a todas las personas y regiones del mundo. Para los segmentos de la población con más recursos y mayores huellas ecológicas, las acciones deben apuntar al desacoplamiento absoluto, lo que implica reducir el uso de recursos. Esto puede lograrse mediante medidas como adoptar dietas con menos proteína animal, desarrollar ciudades más compactas y promover el transporte público, que tienen el potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 40% y un 70% para 2050.

Por otro lado, en contextos donde se espera que el uso de recursos aumente para garantizar una vida más digna, el enfoque debe estar en el desacoplamiento relativo, donde el uso de recursos aumente a un ritmo más lento que los resultados del bienestar humano. Estos caminos diferenciados para el uso de recursos y el desacoplamiento están relacionados con el concepto de suficiencia, que está ganando protagonismo en la agenda política. Además, el concepto de “espacio de consumo justo” enfatiza la necesidad de contener el consumo excesivo, al tiempo que garantiza un consumo adecuado para satisfacer las necesidades básicas con dignidad humana.